El trabajo en Valencia de Alcántara a finales
del s. XVIII.
A. Dorado Alejos
La finalidad de este trabajo es observar la ocupación de los
distintos agentes sociales en Valencia de Alcántara a finales del
Antiguo Régimen. Este siglo se caracterizó por un fuerte
crecimiento económico basado en la producción de manufacturas y el
aumento de la explotación agricultura y ganadería, hechos derivados
de la política seguida por los ilustrados quienes, observando lo
ocurrido en Inglaterra, establecieron la derrota de mieses, los
cercados y el acotamiento de tierras como eje central de dichos
cambios1.
Esta nueva situación produjo una mejora de las condiciones de vida y
un aumento demográfico en todo el Estado. Sin embargo, en las
postrimerías del siglo, este proceso se ralentizó motivado por
distintas guerras2,
las malas cosechas y las epidemias3,
que provocaron una crisis de mortalidad y, por tanto, una retracción
demográfica4.
Esta roturación provocó tensiones con el Real Consejo de la Mesta5
y con los colectivos filiados a dicha institución6.
Este es el caso de los terratenientes, quienes no explotaban sus
tierras, o no hacían nada para mejorarlas, y los ganaderos, que
vieron reducidos buena parte de los pastizales que desde hacía
siglos disfrutaban.7
No obstante, hubo un grupo importante que se aprovechó de estas
políticas: los agricultores. La roturación de tierras hizo que una
parte importante de la población se dedicara a estas tareas.
Se entiende que las medidas llevadas a cabo en años precedentes
hubieron de repercutir en la distribución de la tierra y, por tanto,
de la ocupación de las personas. Para ello se ha consultado el
Alistamiento General del nº de vecinos del estado general, nobles y
privilegiados, mozos sujetos al sorteo como los esento [sic.]8,
realizado en el año 1795. En este documento podemos encontrar el
nombre de la persona y su ocupación, así como el número de viudas
y personas con algún tipo de enfermedad o dolencia que les eximen
del servicio militar.
A mediados del s. XVIII, la disminución del reclutamiento voluntario
comenzaba a disminuir, no siendo capaz de cubrir las bajas de los
militares licenciados. En los años 1783 y en 1795, motivadas por la
Guerra de la Convención9,
se realizaron dos levas extraordinarias y es aquí donde encontramos
el origen de este documento.
Los grupos resultantes del recuento, realizado sobre 1115 personas,
quedaría constituido del siguiente modo:
El sector primario se compone de hortelanos, jornaleros, labradores,
hacendados y ganaderos, granjeros y pastores. El sector secundario
estaría conformado zapateros, sastres, tejedores de lienzos,
zurradores, albarderos, carpinteros, aserradores, herradores,
cerrajero y plateros y, por último; un sector terciario mucho más
heterogéneo compuesto por transportistas (arrieros y carreteros),
barberos, tenderos, funcionariado como cabos y sargentos de urbanos,
escribanos, administradores de correos, tenientes de inválidos,
abogados de los Reales Consejos, y profesiones liberales como
boticarios, médicos, cirujanos y maestros.
Entonces, ¿cuál es la situación de Valencia de Alcántara a
finales del Antiguo Régimen? No podemos decir que tenga un
comportamiento distinto al resto de las ciudades de su categoría a
finales de este periodo. A partir de este estudio se observa que la
villa orienta su producción al sector primario (45%), siendo
jornaleros, hortelanos y labradores el grueso de la cadena productiva
de este sector y, menos importantes, pastores, granjeros y
ganaderos10.
Estos datos se han de poner en relación con el aumento de las
tierras de labor del último tercio de s. XVIII. No obstante, se
observa la existencia de un importante grupo de jornaleros,
indicativo de una desigual distribución de estas tierras que
estarían en posesión de la nobleza, la burguesía y la Orden de
Alcántara, desde el proceso de Conquista11.
Aparecen, por otro lado, un pequeño grupo de propietarios,
hacendados y hortelano, que manifiesta un cierto acceso a las
tierras, que serían explotadas en régimen intensivo e irán a
satisfacer los mercados de abastos locales.
El sector secundario, ocupa tan sólo a un 7% de la población
registrada en el alistamiento, dato ha de interpretarse como una
falta de sustrato industrial en la villa que provoca que las
actividades artesanales e industriales queden relegadas a un segundo
lugar.12
El retroceso de este sector, que venía produciéndose desde mediados
de siglo en Extremadura, ocupa sobre todo a oficios relacionados con
el textil, el cuero y el calzado, hecho que podemos hacer extensible
al resto de la provincia de Extremadura.13
La producción de este sector, también se destinaría al ámbito
local y, en el mejor de los casos, al comarcal.
Por su parte, el sector terciario (48%), da trabajo a algo menos de
la mitad de la población, un dato interesante que se deriva del alto
número de funcionarios y cuerpos de seguridad del Estado. Dentro de
este grupo se ha de hacer una distinción entre aquellos que ocupan
cargos de alta responsabilidad, como son el de Abogado de los Reales
Consejos, Capitán Agregado del Estado Mayor o Prior Síndico General
Mayor, y situados en los puestos más bajos de esta trama
funcionarial, como son los cabos y los sargentos de urbanos.
El primer grupo estaría compuesto por la casta nobiliar de la villa,
grupo que per se no necesita grandes ingresos para subsistir,
ocuparía estos puestos para buscar el control de la política local
y tratar de influir en ella de modo que puedan obtener todo tipo de
beneficios. Sería para estas clases para quienes trabajaron gran
parte de los sirvientes14
y guardas de campo15
fueron utilizados como mero elemento identitario de su status
social; a mayor número de sirvientes, mayor el status del
propietario.16
El segundo grupo, mucho más amplio, estaría compuesto por personas
pertenecientes al pueblo llano. Las retribuciones obtenidas de este
trabajo hubieron de ser escasas y es, por ello, por lo que muchos
necesitaron de actividades complementarias a partir de las cuales
poder satisfacer las necesidades familiares. Estas actividades
adicionales estuvieron frecuentemente relacionadas con el campo
ocupándose como jornaleros, hortelanos, labradores y hacendados,
aunque también se dedicaron, en menor medida, a la artesanía o al
sector servicios; lo que sí es cierto es que son éstas las únicas
personas que aparecen pluriempleadas. Por otro lado, este amplio
grupo debió necesariamente tener relaciones con los cargos de poder,
que les permitió formar vínculos verticales que lograran
proporcionarles ciertas ventajas económicas, proporcionándoles un
status social diferenciado con respecto a los demás ciudadanos del
pueblo llano.17
En cuanto a la distribución del tejido laboral, se observa un mayor
grado de actividades terciarias en las zonas periféricas filiadas al
pueblo llano como arrieros, carreteros o servidumbre y, al contrario
un mayor número de nobles y burgueses en las zonas anejas al centro
de la villa, como Teniente de Inválidos, Teniente de Urbanos,
Abogado de los Reales Consejos o Capitán Agregado del Estado Mayor.
Del mismo modo se distribuyen los índices de pobreza, hallándose
una mayor cantidad de viudas y pobres en las áreas periféricas
lugares que, por otro lado, poseen mayores densidades de población y
hacinamiento que provocaría una mayor afección de enfermedades
derivadas de la falta de higiene18
(paludismo19
o del tabardillo20).
Otras enfermedades, como el carbunco21,
debieron afectar también en mayor medida a estas áreas debido al
gran número de pastores y granjeros que, en muchos casos, entraron
en contacto con animales infectados.
Notas:
1
SÁNCHEZ SALAZAR, F. (2002): ‘Derrota de mieses y cercados y
acotamientos de tierras: un aspecto del pensamiento agrario en la
España del siglo XVIII’, Estudios
agrosociales y pesqueros,
195, pp. 81-120.
2
GARCÍA-SANZ MARCOTEGUI, Á y ZABALZA CRUCHAGA, M. Á. (1983):
‘Consecuencias de la Guerra de Convención en Navarra. La crisis
de mortalidad de 1794-1795’, El
Príncipe de Viana,
nº 44, pp.63-87.
3
SANCHEZ
LORA, J. L. (1980), Demografía
y análisis histórico. Ayamonte 1600-1860.
Tesis de Licenciatura inédita, Sevilla, p. 380
4
FLORES BAUTISTA, J.C. y MORENO GONZÁLEZ, M (2000): ‘La muerte
hecho y fenómeno en Valencia de Alcántara (1740-1811)’,
Coloquios Históricos de Extremadura, en
http://www.chde.org/index.php?option=com_content&view=article&id=330:la-muerte-hecho-y-fenomeno-en-valencia-de-alcantara-1740-1811&catid=36:2000&Itemid=53
[visto el día 21 de enero de 2011]. En la actualidad esta crisis de
subsistencia está en cuestión como se deriva de los estudios
realizados por Héctor García Montero sobre el nivel de vida
biológico, en cuyo estudio se muestra que la estatura media de los
españoles, influenciada por su alimentación, denota una cierta
estabilidad que sólo se rompe a partir de las generaciones nacidas
a mediados de la década de 1780, pero que podría deberse a
problemas alimenticios en años precedentes. GARCÍA MONTERO, H
(2010): El nivel de vida biológico de los españoles a finales del
antiguo régimen, Departamento de Historia e Instituciones
Económicas II, Universidad Complutense de Madrid, en
http://www.ucm.es/centros/cont/descargas/documento17968.pdf
[consultado el lunes, 21 de mayo de 2012].
5
RODRÍGUEZ CANCHO, M. (1985): “Defensa de la agricultura extremeña
a finales del siglo XVIII: quejas y protestas”, Norba,
Revista de Historia,
6, pp. 185-190.
6
LLOPIS AGELÁN, E. (1993): ‘La formación del "desierto
manufacturero" extremeño: El declive de la pañería
tradicional al final del Antiguo Régimen’,
Revista de Historia
Industrial,
3, p. 53.
8
Archivo Histórico Municipal de
Valencia de Alcántara, Sección
Quintas y Reemplazos,
1795, ‘Alistamiento General del nº de vecinos del estado
general, nobles y privilegiados, mozos sujetos al sorteo como los
esento [sic], 1795’, s/f.
9
Tratado de Basilea. […]
En cambio a la restitución que se trata en el artículo IV, el Rey
de España, por sí y sus sucesores, cede y abandona en toda
propiedad a la República Francesa toda la parte española de la
Isla de Santo Domingo en las Antillas […]
REGINO ESPINAL, F. B. (2007): ‘En El Tratado de Paz de Basilea,
Toussaint Louverture y Napoleón Bonaparte, 1795-1803’, Boletín
del Archivo General de la Nación,
Vol. XXXIII, 121, p. 305-309
10
A finales de siglo esta
actividad estaba en pleno retroceso. MELÓN JIMENEZ, M. A. (1985):
“Una forma de propiedad de la tierra en la Extremadura del Antiguo
Régimen: las encomiendas de la orden de Alcántara”, Norba,
Revista de Historia,
6, pp. 182-183.
11
A modo de ejemplo, a mediados
del s. XVIII, la Orden de Alcántara tenía en posesión 4
encomiendas en Valencia de Alcántara: Esparragal, Herrera, Mayorga
y Piedrabuena, de donde obtenían un total de 153.924 rs. en
arrendamientos. En MELÓN JIMENEZ, M. A. (1985): Op.
Cit. pp. 179-184.
14
En Cáceres, por ejemplo, las
retribuciones de este grupo oscilaban ente los 10 y los 16 Rs.
mensuales, en GRANJEL, M. (2009): Médicos y élites locales en la
sociedad extremeña del s. XVIII, LLULL,
Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de
las Técnicas, 32, p.
330.
15
En el monasterio de Real
Cartuja de Nuestra Señora de Aniago de Valladolid, los guardias de
campo recibían 4 Rs, dato que nos puede ayudar a calcular
aproximadamente la remuneración que éstos pudieron recibir. Cf.
LÓPEZ GARCÍA, J. M. (1982): ‘Economía monástica y sociedad
rural en Valladolid durante el Antiguo Régimen: la Real Cartuja de
Nuestra Señora de Aniago’,
Anales de la
Universidad de Alicante. Historia Moderna,
2, p. 83-134.
16
GRACÍA CÁRCAMO, J (1995),
Criados contra amos: La condición social de los sirvientes y los
conflictos económicos con sus patronos en Vizcaya (siglos XVIII y
XIX). Cuadernos de
Sección. Historia-Geografía,
23, pp.115-116
17
IMIZCOZ,
J.M.: ‘Comunidad, red social y élites. Un análisis de la
vertebración social en el Antiguo Régimen’ en IMÍZCOZ, J.M.,
(Dir.) (1996):
Elites, poder y red social. Las élites del País Vasco y Navarra en
la Edad Moderna (Estado de la cuestión y perspectivas).
Univ. del País Vasco, Bilbao, pp. 13-50.
18
PESET, J. L. y M. (1978)
‘Epidemias y sociedad en la España del Antiguo Régimen’,
Estudios de Historia
Social, 4, p. 7.
20
En el caso de Ayamonte,
ciudad fronteriza como la que aquí trato, se contabilizaron crisis
de aprovisionamiento, hambre y enfermedades en los 1752, 1754,
1757-1762, 1774, 1775, 1785-1788 y 1793, que curiosamente coinciden
con los picos de crecimiento de mortandad de la tabla III. Cf.
SANCHEZ LORA, J. L. (1980), Demografía
y análisis histórico. Ayamonte 1600-1860.
Tesis de Licenciatura inédita, Sevilla, p. 380.
21
NÚÑEZ ROLDÁN, F. (1988):
‘Enfermedades, hospitalidad y terapéutica en las comarcas
onubenses a final del Antiguo Régimen. Enfermedades, hospitalidad y
terapéutica en las comarcas onubenses a fines del Antiguo Régimen’,
Huelva en su historia,
2, pp. 451-490
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